· Teatro Biobío y la compañía penquista La Otra Zapatilla presentaron la obra Seré un colibrí en la Escuela Francisco Coloane, en la isla Santa María, en la Región del Biobío, reafirmando el compromiso del teatro con la descentralización cultural a nivel nacional y regional, y la ampliación y formación de nuevos públicos.
· Desde su inauguración, Teatro Biobío ha desarrollado más de cien extensiones educativas, acercando su programación artística a más de 6 mil niños, niñas y jóvenes de distintas comunas de la Región, actividades también complementadas con acciones de mediación, formación y acceso.
Concepción, noviembre de 2025.- A 29 kilómetros al oeste del puerto de Coronel, frente a las costas de Arauco, poco más de dos mil personas habitan la isla Santa María, a la que solo se puede acceder en una barcaza que opera de lunes a viernes, en una travesía de aproximadamente tres horas, condicionada por el clima. En un territorio de difícil acceso y donde la oferta cultural es escasa, la extensión educativa de Teatro Biobío (TBB), realizada el miércoles 5 de noviembre, representa una experiencia significativa alineada a la misión del teatro de descentralizar la cultura, tanto a nivel país como dentro de la Región del Biobío, y aportar a la ampliación y formación de nuevos públicos desde la etapa escolar.
Desde Lota, el equipo de Teatro Biobío zarpó hacia el puerto sur de la isla, donde presentó la obra Seré un colibrí, de la compañía penquista La Otra Zapatilla, ante 140 estudiantes de kínder a 8° básico de la Escuela Francisco Coloane, junto a sus profesores y familiares.
“Llevar una obra de teatro a un territorio insular como la isla Santa María significa abrir un espacio simbólico y real de encuentro. Más que una función, es una oportunidad para que tanto estudiantes como las comunidades vivan la cultura como una experiencia transformadora en muchos sentidos, con el potencial de mejorar su calidad de vida”, señala Francisca Peró, directora ejecutiva de Teatro Biobío.
El montaje de Seré un colibrí –creación original de La Otra Zapatilla, con la actuación de Patricia Cabrera y Monserrat Cifuentes, y la música original de Maira Perales y Óscar Oviedo– fue concebido para que niños, niñas y jóvenes conocieran la historia de Wangari Maathai, la primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz. Inspirada en su vida, la obra busca empoderar a las nuevas generaciones a transformarse en agentes de cambio positivo, como lo hizo la activista keniata, quien impulsó la plantación de casi 50 millones de árboles en tierras deforestadas.
“Nunca habíamos ido hasta la isla y poder llegar con nuestra obra hizo que se cumpliera uno de nuestros objetivos más importantes, que es llegar con el teatro a todas partes. Al tratarse de un lugar alejado y lleno de naturaleza, también notamos que los estudiantes valoraron mucho el mensaje que Wangari Maathai dejó en este mundo, que es que todos podemos aportar al cuidado del medio ambiente”, dice Maira Perales Domper, actriz de la obra.
En tanto, desde el establecimiento valoraron la actividad y el mensaje de la obra. “Estamos muy contentos con esta visita porque permite desarrollar las habilidades artísticas de nuestros estudiantes y acercarlos a las artes escénicas, además de fomentar una cultura de cuidado por el medio ambiente”, comenta David Suazo, director del establecimiento, mientras que una de las profesoras, Marta Bastías, agrega que “fue muy valioso, porque son muy pocas las instancias que tenemos como comunidad educativa de que nuestros niños puedan participar de estas actividades”.
La Región del Biobío como escenario
Desde su apertura en 2018, Teatro Biobío ha consolidado una línea de trabajo regional que suma 114 extensiones educativas en establecimientos y espacios culturales, alcanzando a más de 6 mil estudiantes de distintas comunas del Biobío, con una presencia especialmente significativa en zonas rurales, donde se concentró el 75% de las actividades realizadas en 2025.
La programación ha incluido actividades de mediación, como la de la artista visual Constanza Aguilar, desarrollada en Tucapel y Santa Bárbara; espectáculos como el Taller Circense, presentado en abril en escuelas de Alto Biobío, Cabrero, Yumbel, Cañete y Concepción; conciertos de la Orquesta de Cámara Ciudadana de Concepción que han llegado a comunas como Chiguayante, Florida, Hualpén y Hualqui; la obra Flor de humedal que se presentó en Laja, San Pedro de La Paz, Quilleco y Arauco; y Seré un colibrí, que llegó hasta Santa Juana, Tucapel, San Rosendo y caleta Tumbes de Talcahuano, y que próximamente se montará en la isla Quiriquina.
Teatro Biobío también desarrolla el programa de extensión Escena, a través del cual se han realizado 57 visitas artísticas desde 2018, permitiendo que las producciones locales del ciclo Hecho en Biobío circulen por la Región. Tras su estreno en la Sala de Cámara, las obras viajan a otros territorios con financiamiento y producción del teatro, garantizando acceso gratuito a los públicos de cada localidad.
Gracias a estas iniciativas, el teatro alcanzó en 2024 el 100% de las comunas del Biobío, consolidando su compromiso con la descentralización cultural, y la ampliación y formación de nuevos públicos.
Más allá de las cifras
La visita a la isla Santa María sintetiza la vocación territorial y educativa de Teatro Biobío: un trabajo de largo aliento que trasciende los números para centrarse en el impacto humano y simbólico de la cultura en los territorios.
Según estudios de la UNESCO, las artes –incluidas la música, el teatro, la danza, las artes visuales, literarias, mediáticas, digitales, circenses y otras– tienen un gran potencial para apoyar las experiencias educativas en un plano tanto cognitivo como socioemocional; promover la comunicación entre estudiantes; sensibilizar sobre los desafíos sociales actuales; e incluso mejorar su salud, bienestar y resultados académicos.
“Cada viaje y cada función fuera del teatro nos recuerdan que este trabajo no se mide solo con cifras, sino también a partir de la profundidad del vínculo que se crea con los públicos. En Teatro Biobío buscamos llegar con nuestra programación artística a las localidades más apartadas, pero también fortalecer los lazos que surgen de esas experiencias y facilitar que esas comunidades puedan vivir el teatro en nuestras salas, contribuyendo así a la formación de hábitos culturales duraderos, en un ejercicio de ida y vuelta”, agrega Peró.
En este contexto, además de las extensiones, Teatro Biobío desarrolla funciones educativas en sus salas, en las que estudiantes de distintos niveles han podido participar en un espacio único por su escala e infraestructura. Desde su inauguración, se han presentado 128 obras de este tipo –entre ellas Recordar, Plesiosauria despierta, Abu y bu y Chile, galería de espectros– que han convocado a más de 22 mil niños, niñas y jóvenes.
Esta labor se ha complementado con casi 600 visitas guiadas para más de 12 mil personas, además de talleres artísticos y encuentros con públicos diversos que permiten acercar el teatro a las comunidades, junto con un programa de formación y desarrollo de artistas locales a través de TBB LAB, y una política de acceso que promueve la participación mediante funciones gratuitas.
Todas estas estrategias integran la misión de Teatro Biobío de proyectar su quehacer más allá de su edificio, reafirmando su papel como un espacio público vivo, que promueve la participación cultural y el desarrollo artístico desde el sur del país.